Cifras, estadísticas, gráfico

Números y más números… ¿Es la Economía una ciencia social?

Aunque por momentos parece que algo se va avanzando, sigo viendo “números” y dogmas inquebrantables por doquier y me ha parecido oportuno traerles hoy un resumen revisado de la serie de tres entradas que con el título genérico de “La Economía: ¿una ciencia social?” publiqué hace aproximadamente dos años.

Tengo que decir que la idea de publicar sobre este tema me surgió de escuchar más de una vez entre personas conocidas algo así como: «Números, todo son números, sólo números… y cada uno los utiliza como quiere para obtener el resultado que busca…»

Vamos a ello:

Números, números y más números… porcentajes, cotizaciones, ratios, gráficos, evoluciones, proporciones… es lo que vemos cada día en cualquier medio de comunicación. Es normal, es una forma de expresar y cuantificar realidades, y es una premisa para poder comparar entre diferentes momentos del tiempo, entre diferentes zonas, países, comunidades, etc. etc.

No trato de hacer aquí ninguna exposición teórica, sino simplemente algunas reflexiones sobre lo que leo, veo y escucho, relacionadas con la Economía.

Aunque hay varias definiciones de Economía, en general, podríamos decir que se trata de una ciencia social que estudia la mejor manera de administrar los escasos recursos disponibles para satisfacer las necesidades humanas.

¡Casi nada! y más con lo cambiante que está todo.

Algunos dicen que los economistas utilizan los números según su interés y que, sorprendentemente, con los mismos datos de partida llegan conclusiones diferentes (algunos amigos se sentirán aludidos en este mensaje ¡jajaja!). No voy a negar que hay casos de todos los colores, pero creo que hay que diferenciar claramente entre dos formas de enfocar las cosas con los “números”:

  • Partir de una idea preconcebida y buscar los datos necesarios para confirmarla, sin que interese el conjunto.
  • Tomar como base todos los datos que se entiende que pueden abarcar la realidad que se quiere analizar y concluir con una explicación basada en su análisis.

Evidentemente, me quedo con la segunda, que tiene mucho que ver con la naturaleza última de la ciencia económica. Aun así, no esperemos siempre resultados iguales entre lo realizado por diferentes economistas. Veremos porqué un poco más adelante.

Vemos que los mensajes que nos llegan (medios de comunicación, redes, expertos, etc.), en muchos casos nos están llevando a pensar, como sociedad que, si no cumplimos algunas reglas o teorías económicas, no lo estamos haciendo bien y nos estamos “saliendo de lo óptimo”. ¿Seguro que es así?

Realmente, entiendo que debería ser al revés, porque la Economía es (o debería serlo, y parecerlo) una ciencia empírica que construye teorías para intentar dar una explicación al comportamiento humano sobre los asuntos económicos, así como para predecir su futuro. Y esto lo hace basándose en la observación de los datos, que muestran una parte de lo que ocurre en la vida real (sólo la que se puede medir, cuantificar y/o calificar).

Así, para llegar a formular teorías económicas se parte de la elección de aquellos elementos que se consideran que influyen significativamente en cada asunto, y se excluyen los que se creen que son poco relevantes, llegando a construir modelos, que no son más (ni menos) que una simplificación y abstracción de la realidad. Además del propio conocimiento del funcionamiento económico que proporcionan dichas teorías, su objetivo también es formular principios que ayuden a comprender los problemas económicos y la mejor forma de resolverlos, y para todo ello utilizan las matemáticas, la estadística, etc. etc.

Pero se topan con dos grandes problemas, como cualquier ciencia social, en comparación con las ciencias puras (o experimentales):

  1. Al no poder repetir la experimentación en condiciones muy controladas, no existe certeza total en las predicciones realizadas sobre la base de lo observado.
  2. El hecho de que los economistas e investigadores pertenezcan al mismo universo poblacional que se está estudiando, hace que (involuntariamente) sus propias normas de conducta y valores puedan interferir en sus análisis y sus conclusiones.

De lo anterior se deduce que es relativamente fácil poder obtener resultados diferentes, en mayor o menor medida, ante unos mismos hechos analizados. 

Por tanto, las diversas conclusiones y teorías no deben considerarse exactas en el sentido de que sean la “única verdad” sobre el comportamiento económico de los grupos sociales, ni de sus individuos, ni mucho menos sobre el comportamiento a llevar en el futuro. Más bien, es el continuo estudio y análisis de la realidad de los comportamientos en cuanto a los asuntos económicos (en cada lugar y momento del tiempo, con sus características específicas), realizados por una diversidad de investigadores, los que deberían generar teorías compartidas y previsiones ajustadas a cada nueva realidad.

Se suele decir que el ser humano es bastante impredecible como para que una teoría pueda ajustarse perfectamente al comportamiento esperado de cualquier individuo o grupo, por muy completa y perfeccionada que ésta sea. El factor emotivo, la personalidad individual, la pertenencia a un grupo, la cultura, las creencias, las expectativas vitales y otras consideraciones sociológicas tienen mucho que ver en ello. No obstante, pasando de las teorías generales a las más concretas y circunscritas a grupos, sectores, zonas, etc. muy delimitadas, se llegan a identificar grupos con individuos con determinados comportamientos y características en común que permiten afinar mucho el análisis y, por tanto, los resultados. (p.ej. los análisis del ámbito del marketing)

Cómo vemos todos los días, estamos en un entorno de permanente cambio y las teorías no pueden ser “dogmas de fe”. Las sociedades cambian y evolucionan día a día influidas por mil motivos de origen no económico (Covid-19, calentamiento global, necesidad de mejor sistema educativo, nuevas tecnologías, cambio climático, escasez de agua, zonas geográficas con diferentes características y potenciales, diferente percepción del futuro individual y colectivo, etc. etc.) que impactan en el ámbito económico.

Si nos fijamos, ni los mercados bursátiles, ni la producción en las fábricas, ni los sistemas de pensiones, ni los estados del bienestar, ni… tantas y tantas situaciones, actividades y conceptos han existido siempre, y si lo han hecho ha sido de forma diferente en el tiempo y en el espacio. Por ejemplo, los conceptos de renta básica y de ingreso mínimo vital, no han aparecido hasta hace unos pocos años (se han extendido en este siglo XXI), y sólo en algunos países se han experimentado y/o llevado a la práctica con resultados dispares, lo que evidencia que, en sociedades situadas en zonas geográficas diferentes, con culturas y comportamientos diversos, y en momentos del tiempo distintos, se obtienen resultados diferentes.

Creo que podríamos decir que Economía y comportamiento social van unidos, y se retroalimentan mutuamente, por lo que el campo de ésta es tan amplio como la propia actividad humana. Lo anterior hace que prácticamente sea imposible que muchas de sus conclusiones puedan establecerse como ciertas, generales y para todo tiempo, al contrario de lo que puede ocurrir, en general, con las ciencias puras como las matemáticas o la física.

Mi conclusión: no existe el sí o el no rotundos, sino más bien, el “depende de…” ¡tantas cosas!

De esta forma, no es de extrañar que aparezcan ante nosotros fórmulas, acciones o medidas a tomar que, en algunos casos, parece que pueden “romper los esquemas” preestablecidos por la visión económica predominante. Por contra, estas nuevas actuaciones podrían estar indicando por dónde está avanzando la sociedad… y, por tanto, su economía.

Como ejemplo de un asunto que puede romper esquemas, y teniendo en cuenta los elevados niveles de deuda que soportan nuestras sociedades en Europa (unas más que otras), podría citarse un tema que dio bastante que hablar allá por 2021: la posibilidad de condonación (o reestructuración) de la deuda a los estados de la Unión Europea por parte del Banco Central Europeo, a cambio de políticas de reconstrucción ecológica y social. Es un tema que saltó a la palestra y ahí ha quedado, pero es algo vivo y quizás vuelva a surgir.

Este, como otros, es un tema a explorar, como otras tantas medidas, aunque suenen “chocantes”. Es posible ir hacia otros modelos económicos a partir de los actuales, que vayan tomando lo mejor de los existentes y hagan frente a los nuevos tiempos y necesidades que van surgiendo en nuestras sociedades, siendo necesario sondear y analizar las diversas soluciones con todo el rigor necesario (recuerden que no existe la teoría económica absoluta), para trazar nuevos caminos que permitan evolucionar, porque parece seguro que no se logrará si únicamente se reaplican viejas fórmulas.

No cabe más que irnos reinventando, también en este asunto.

Espero que les haya resultado interesante. Y ustedes, ¿Cómo ven y sienten la economía?

¡Saludos!

#Economía #Finanzas #Macroeconomía #Microeconomía #MercadosFinancieros

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