Durante algunos años parecía que la globalización era la solución a los problemas económicos. Permitía seguir con el «desarrollo» económico (crecimiento, ante todo), y así se trasladaba desde las instancias expertas. En gran parte tenía sentido lo de producir a menor coste fuera de las fronteras nacionales, algo muy antiguo, aplicando ahora un gran impulso por el capital tecnológico puesto en juego y una mano de obra muy, muy, barata. No digamos ya, la destrucción de los recursos naturales y la contaminación que ha provocado en los países a los que se ha trasladado la producción de cualquier tipo de bien. Quizás la anterior crisis financiera (hipotecas sub-prime) ayudó a buscar el desarrollo fuera de las fronteras en otras zonas del mundo, ante la ralentización occidental.
Todo parecía que estaba muy bien «engrasado», la práctica del just-in-time (justo a tiempo) funcionaba muy bien, nadie tenía existencias de mercancías: se fabricaba lo justo para atender a la demanda ya producida, sin excedentes… ¡fantástico!
Pero llegó el Covid-19 demostrando que todo es capaz de empeorar, y mucho. Entonces, comenzamos a oír hablar de las «cadenas de suministro» que, al parecer, estaban montadas para que todos los materiales y los bienes estuviesen en el momento justo en el punto deseado. Todo muy sincronizado. Pero han demostrado que no podían responder más que a un pequeño resfriado, pero no a una gripe, y mucho menos a una pandemia.
Como muestra de la cantidad de buque que surcan las aguas, vean el tráfico marítimo en tiempo real (23 de mayo de 2022 a las 10 horas):

La cuestión está en que se ha centralizado en la zona asiática (buena parte controlada por empresas occidentales) gran parte de la producción mundial, seguramente porque era más eficiente dados los medios y tecnología disponibles, y también la mano de obra muy barata, aunque los planes de contingencia empresariales y gubernamentales parece que no evaluaron los posibles riesgos reales que podían producirse. ¿Quizás nadie pensó en que realmente se diera una situación así? o no era conveniente sacar a relucir posibilidades muy oscuras para una situación que iba «viento en popa».
Quien sabe.
Pero la realidad suele ser tozuda, y los resultados están aquí, y todavía podría llegar otra ola derivada de la situación en Shanghái, según el artículo de Martine Orange que les traigo hoy, publicado en SinPermiso.
Vean:
Volvemos al principio. Dos años y medio después del brote de covid-19 en Wuhan, China se encuentra en la misma situación de parálisis. Durante más de 45 días, Shanghái ha estado aislada del mundo. Y
Origen: La gran avería de la máquina de producción global – Martine Orange | Sin Permiso
Se nos ha averiado la máquina de producción mundial y, no sólo se trata de cambiar las piezas estropeadas, sino que tenemos que reemplazarla por otra diferente. Me huele a que pocas piezas antiguas serán compatibles. Hay que cambiar la estrategia.
Como ejemplo, vean como están cambiando las prioridades en las empresas en este artículo de PWC-ideas: «La tensión de las cadenas de suministro aplaza su digitalización«.
¡Saludos!
#LmecIn #Globalización #CadenadeSuministro #ProducciónGlobal
Yo creo que el problema no es la globalización por sí misma, sino los principios sobre los que se basa el sistema: el crecimiento infinito en un planeta finito; el exceso de consumo; el crédito desmedido; la falta de regulación ambiental en que los efectos de la explotación no son costeados, etc. etc.
No es cuestión de arreglar la máquina que está rota, sino en regular el ritmo de la máquina. Hoy en día se cree que el avance de la tecnología «verde» salvará al mundo y nos permitirá seguir consumiendo como queremos. Pocos se atreven a decir que debemos consumir menos, porque moderar el ritmo de producción significaría vapulear el fundamento económico que sostiene el modelo actual (con o sin globalización): el consumo excesivo.
Mientras se incluya la palabra «verde» y «nuevas tecnologías» todo parece estar bajo control. Entiendo lo que los artículos quieren decir, pero me parece que no atacan la raíz del problema.
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Gracias por tu comentario, Paula. Estoy contigo en que el crecimiento a toda costa como un fin en sí mismo que ha sido la base de la globalización, no es un objetivo sensato ni viable. Como dices, tendremos que acostumbrarnos a vivir de otra forma y cambiar los hábitos de consumo (p.ej. eliminando la obsolescencia programada en muchos artículos). Lo iremos viendo. ¡Saludos!
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