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La «banca en la sombra»

En los últimos años, sobre todo a partir de la crisis de 2008, la regulación financiera se ha reforzado con el objetivo de que el sector bancario sea más fuerte y tenga mayor capacidad de absorber posibles futuras crisis.

Ya antes de esta última crisis existían sistemas financieros, por llamarlos de alguna forma, que funcionaban en paralelo a la banca oficial, en los que se realizaban actividades similares a las bancarias tradicionales (cuentas, préstamos, hipotecas, etc.) y donde también se contrataban valores, fondos y otros tipos de activos fuera de los mercados organizados. No hay que olvidar que, al menos en parte, la burbuja financiera provocada por las “subprime” se produjo debido al poco o nulo control oficial sobre este tipo de operaciones.

Justamente, el reforzamiento del marco de control financiero sobre las entidades oficiales ha llevado a que se amplíe la tipología y volumen de operaciones que se realizan por otros operadores financieros con una regulación normativa más laxa, cuando la hay. Es lo que se ha venido a llamar “La Banca en la sombra”. En este caso, a los riesgos normalmente contemplados por la banca tradicional hay que añadir otros, entre los que destacan:

  • La opacidad de muchas de las operaciones que se realizan sobre todo en los mercados de capitales internacionales, que impide conocer realmente quienes son las partes que contratan cada operación.
  • La globalización financiera mundial con operativa en modo OnLine prácticamente en cualquier parte, que facilita la realización de grandes volúmenes de operaciones de forma inmediata, dificultando su posible control por los Organismos oficiales.
  • La creciente tipología de operaciones de ingeniería financiera que, realizadas fuera del mercado oficial, pueden llegar a ser contraoperaciones de las realizadas en él.

Tenemos pues dos mundos financieros, el oficial controlado por los Bancos Centrales y otros Organismos estatales y supranacionales, al que se le exigen colchones de liquidez y niveles de solvencia muy sólidos, y el paralelo “en la sombra” que opera fuera de los circuitos y normativas financieras habituales.

Se argumenta a veces que la existencia de esta otra Banca puede ayudar a financiarse a empresas y consumidores que de otra forma no podrían acceder a los circuitos del crédito normales, pero también es cierto que se realizan otro tipo de operaciones en los mercados de capitales no organizados. Esto supone que una parte significativa de la actividad financiera sigue creciendo sin control oficial, lo que hace que sea difícil que se logre una estabilidad y solidez financiera reales. Dicho de otro modo, es más fácil que surjan nuevas crisis que quizás se estén gestando ahora mismo fuera de la visión oficial de los Estados.

Si a esto se le añade la existencia de paraísos fiscales, no tanto por sus bajos impuestos, sino por la opacidad que permiten, da cierto “repelús” pensar en qué nivel de veracidad y de realidad tiene la información económica que nos cuentan cada día los informativos, periódicos, etc. En el mejor de los casos, solo nos hablan de la información Oficial.

 

¿Qué se podría hacer para minimizar esta dualidad financiera?

Hay expertos mundiales en estos asuntos que seguro que pueden acertar con enfoques concretos y adecuados a cada caso, otra cosa es que exista la voluntad política y el poder real para llevar a la práctica las posibles soluciones.

A mi modo de ver, deberían ampliarse las características de negocio de las Entidades Financieras oficiales reguladas, de forma que les permitieran cubrir mejor las necesidades de financiación que ahora se escapan. Pero por otro lado, también es imprescindible impedir que se realicen operaciones opacas, éstas deben ser transparentes no solo para el fisco, sino para el conjunto de los actores financieros y sus organismos reguladores, no dando validez legal a aquellas operaciones financieras que se realicen fuera de los mercados oficiales. ¿Habría que identificar realmente quienes contratan cada operación? Pues claro que sí.

Tenemos que elegir, como muchas veces, entre la libertad de cada uno para hacer lo quiera, y la de los demás, máxime cuando se ven afectados negativamente por lo que hacen los primeros.

No es fácil desde luego, pero es necesaria una regulación cuanto antes o volveremos a tener más crisis financieras de envergadura.

¿Cuándo empezamos?

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